Cortesía: Fabrográfics |
Simón el vivito llamó al pastelero:
"¡A ver la reforma! ¡la quiero
aprobar!"
Sí, repuso el otro, pero antes yo
quiero
ver cuantos micos, me vas a pasar.
Leyó unas cuartillas el buen
Simoncito
y dijo: ¡De veras! no veo ni unito.
A Simón Gaviria le gusta el Estado
y quiere consolidarse como senador,
y pasa las horas sentado, sentado,
leyendo hojas en blanco, llamándose
doctor.
Hizo Simoncito una lectura leve
y al azar unas hojas también se saltó,
pero del proyecto se deshizo en breve,
y lo firmó todito, después se largó
.
Al día siguiente vio que la había
embarrado
y dijo: ¡Lo siento! Ya nada puedo
hacer.
Los medios masivos ya duro han
criticado
y de sus preguntas no pudo correr.
Se lavó las manos, alegó agotamiento
y porque su mamita a dormir lo envió;
¡qué irresponsable por éste esperpento!,
pobre Simoncito todo mal le salió.
Queriendo ser opositor de otrora,
remata y bendice a los que siempre
objetó.
Qué pesar Simoncito, que por dar
tanta lora
del lado de los narcos sin pensar
terminó.
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