Tomado de Semana.com |
Nuestra amada 'atenas de américa' cada día se parece más a su homóloga helenística ya que está en un nivel de destrucción equiparado con el mismo observado en la acrópolis griega, gracias a la excelente gestión de nuestro amado alcalde.
Hasta hace unos días, pensaba que este mísero personaje debía merecer todas las burlas y reproches sobre su labor administrativa; pero al ver el esfuerzo para llevar a la cuidad a un viaje por el pasado con el fin que volvamos a soñar con una metrópoli de ensueño, he comprendido mejor que sin estos huecos no disfrutaríamos los saltos sorpresivos de los autobuses que tanto gozábamos de niños; tampoco quedan atrás los enormes cráteres que hay ahora sobre la 26, la cual se convirtió en la mejor pista de bicicross improvisada. Ahh! que tiempos aquellos cuando tomábamos cajas de cartón, galones o pedazos de alfombra con el fin de resbalarnos por esas pendientes hechas por los cúmulos de arena abandonados en la calle, y cuando corríamos delante de los ladrones con el fin de no ser robados.
Nuestro alcalde es un genio, nos está conduciendo a vivir una segunda infancia y no lo habíamos notado. ¡Qué ingratos somos! pensar que nos estaba llevando al fracaso o al deterioro social con estos actos tan deliberadamente planeados y ejecutados a tal magnitud que vemos la ciudad en un nivel casi exacto de las antiguas calles llenas de agujeros, donde los trancones interminables eran la mejor forma de adelantar algo de sueño atrasado, y el dulce pitar de los carros nos arrullan las mañanas antes de ir a trabajar.
Creo también que es hora de darle un fuerte aplauso a nuestro gobernante, ya que por medio de su excelente labor, hemos aprendido a convivir tranquilamente en los buses de transmilenio y que ya es bastante agradable (y excitante) el respirar el popurri de aromas y humores en un saturado sistema masivo de transporte, aparte de eso, nos hemos acostumbrado a que nos hagan deliciosos masajes en los pies a la hora de subir o bajar (aunque algunos duelen mucho), masajes con los codos en la espalda mientras llegamos a la estación. Todo por nuestra salud mental y física, ¡no puedo creer que no lo hubiese entendido antes!
Por nuestro alcalde, por su fenomenal obra y por su excelente gestión deberíamos premiarlo, darle un galardón por su increible función administrativa, y por la sana y honesta inversión del capital de la ciudad para hacer que volvamos a tiempos remotos donde aún soñábamos con una ciudad que fuera más cosmopólita y civilizada.
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