"¡Cuántos gobernantes han meditado sus actos en un cuarto de baño como si fuera su despacho, al extremo de no distinguirse dónde han resuelto más asuntos y dónde hacen más… decisiones incorrectas!" Les Luthiers

miércoles, 29 de septiembre de 2010

¿Hay alguna diferencia?

Ya es costumbre que el Estado colombiano exhiba públicamente los cuerpos de sus muertos más populares; lo hizo con Pablo Escobar, con 'Raul Reyes' y esta semana lo hizo con el cadáver de alias el 'mono jojoy'. 

La publicación del cadáver de este delincuente por los medios de comunicación -y al igual que los anteriores-, han generado una gran polémica acerca de si es pertinente mostrar los cuerpos de los enemigos del Estado, para mostrar que realmente han muerto. Por esta razón, no es un secreto para nadie que el Estado muestre los cadáveres de sus enemigos como un trofeo, un botín de guerra por el cual vanagloriarse, y al mismo tiempo, una evidencia para tratar de arreglar su poca credibilidad e imagen delante de un país que no cree en sus sucios gobernantes, que se prostituyen por una curul o un pedazo de pan a costa de muchas vidas. 

Tristemente, la realidad nacional hace que seamos copartícipes de los delitos que se cometen a diario en nuestro país, ya que el solo disfrutar la muerte de un ser humano (por más delincuente que sea) hace que nos convirtamos en asesinos pasivos. 

Sin embargo, una gran mayoría en este país piensa que es necesario ver los cuerpos de los enemigos, de la misma manera como los antiguos bárbaros ponían los  cadáveres de sus contendores y ladrones a las entradas de los pueblos, o como algunos reyes medievales, hacían lo mismo con la cabeza de sus opositores a manera de escarmiento público. Nos ufanamos de ser una sociedad civilizada, y aún mostramos una sed insaciable de sangre que solo es comparada con la misma que tienen aquellos que pretendemos condenar. 

El Estado al mismo tiempo obedece a esa sed de venganza que tiene el pueblo, y por medio de sus vendettas mediáticas, promueve a toda costa el desarrollo de este tipo de actividades deplorables que muestran el nivel de degradación al cual hemos caído y todo esto patrocinado cínicamente por los medios amarillistas, que piensan que al alimentar el morbo del pueblo están cumpliendo cabalmente su labor, y no tienen en cuenta la sensibilidad del promedio nacional que rechaza este tipo de actos. Éticamente yerran al buscar satisfacer la curiosidad de muchos, dándole importancia a lo visual que a lo más relevante y corrompen una nueva generación, que se está levantando con sus actos soeces, ya que pretenden ignorar una audiencia infantil tan alta como la que tenemos hoy en día. 

¿Cual es la diferencia entonces entre el Estado y subversión, cuando cometen el mismo tipo de delitos a diario?, ¿cómo pretende el Estado justificar los actos de sevicia y las muertes que el mismo ha ejecutado en 'pro de la democracia'?, ¿se justifica que nos comportemos igual que los delincuentes solamente porque promovemos la paz?, ¿el Estado tiene derecho a vulnerar los derechos de un delincuente por más malo que sea?, ¿no es la exhibición de cuerpos un acto de degradación humana cuando no se hace con la debida reverencia y respeto por el difunto (sin importar lo perverso que era)?

Es necesario que revisemos nuestros valores, especialmente aquellos que pretendemos defender a capa y espada, y posteriormente enunciemos juicios valorativos sobre lo que realmente consideramos un delito y un 'derecho'. 

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Ciudad ensueño

Por muchos años se ha considerado a Bogotá como 'una bella metrópoli' llamada también la Atenas de América, y nada más alejado de la realidad, ya que al igual que la ciudad con la cual ha sido comparada, sobresale por sus enormes ruinas y la evidencia de una destrucción progresiva causada por el abandono de sus pobladores. Es importante notar que en el país del sagrado corazón, siempre se han querido hacer las cosas a la perfección, de tal manera que lo que le costó a la ciudad clásica en más de 1500 años, los gobernantes de hoy lo han reproducido y amplificado en menos de dos. 

Esta destrucción general, se ha amplificado en el último periodo, donde nuestro genio gobernante ha perfeccionado -sí, óigase bien- ha perfeccionado en su gobierno por medio de la modernización y el uso de las nuevas tecnologías que han hecho que el nivel productivo de la mendicidad aumente junto con el grato placer de ser atracado en las calles a la hora de salir de una dulce jornada de trabajo. Se han establecido nuevas organizaciones criminales que compiten al mismo nivel del DAS y se generan nuevos centros laborales para ejercer la prostitución de una manera cómoda y divertida.

No podríamos decir que es una verdadera ciudad si no hablamos de su perfecta movilidad. Cuán delicioso es aguantarse un trancón de cuatro horas antes de llegar al trabajo gracias a que el proceso de destrucción que se están realizando en las principales vías de la capital; el cómodo viaje en los buses de transmilenio, que además de recibir todo tipo de masajes y caricias, sales emocionado porque eres víctima del fleteo y del acoso de los pervertidos.

Es por este estado tan perfecto de las vías que tenemos el sitio perfecto para aprender a conducir. Cuán diestros son nuestros conductores que lidian con huecos, buseteros, motociclistas y peatones imprudentes, que hacen que se sienta poca cosa un piloto de la Nascar (Un taxista famoso en esta categoría es Juan Pablo Montoya), otros pueden ser excelentes pilotos de Rally como el busetero Nicolás Bedoya y algunos pueden tocar los grandes escaños de la Fórmula 3.

Por todo esto y muchas cosas más la cuidad de ensueño es el mejor lugar para vivir… que más podremos pedirle a este país que con su gran amor nos dá sin necesidad de que le pidamos pero nos cobra como si lo hubiésemos contratado. Vénga a la ciudad de Ensueño, a la Atenas de América, a las ruinas de la modernidad.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Los nuevos Parias

En el país del sagrado corazón, donde se habla de igualdad de condiciones para todos como una utopía a realizar y en el cual se toma a manera de cliché el tema ‘ayudar a los desprotegidos’, donde se compensa con el tamal electoral y unas cuantas monedas, con el fin de obtener el poder anhelado por los mismos de siempre vemos un no tan nuevo drama social y clasista que pide atención a gritos y atención inmediata de todos nosotros como seres sociales que somos.

Es de dominio público el hecho que exista una pobreza extrema en el contexto nacional. Notamos que día a día van surgiendo nuevos estratos sociales y ahora, dentro de nuestra clasista estratificación nacional encontramos los nuevos niveles socioeconómicos de desplazado y de reinsertado; los cuales, comparados con la casta hindú de los intocables, se han convertido en los parias modernos latinoamericanos, unos seres sin derechos, sin tierras y sin gloria, que viven de la misericordia de muchos y, como vecinos malolientes, pretendemos expulsar de nuestro contexto a como de lugar. Esto va ligado con las ‘ayudas especiales’ del Estado, que hace que dentro de una sociedad elitista y consumista como la nuestra, la cual se basa en una evidente mediocridad, sean vistos como una plaga por muchos citadinos que comúnmente los relacionan con el aumento de la inseguridad y la mendicidad reinante en las grandes ciudades del territorio nacional ya que lo único que desean es el bien personal y los beneficios a los cuales estas víctimas del conflicto armado tienen derecho por ley.

Estos nuevos parias, han buscado de manera diligente poder ubicarse en otros escaños de la sociedad tratando de quitarse de encima el estigma de desplazado lo cual es admirable. Otros, más miserables por cuanto no han tenido las oportunidades de mejorar por causa del sistema corrupto que nos aqueja, tratan de aprovechar y de intentar a costa de su vida volver a sus terruños, mientras el gobierno de turno quiere aprovechar su cuarto de hora con ellos y elevar su popularidad buscando los medios de hacerlos volver a su tierra y al mismo tiempo, haciendo alarde de su misericordia, enriquece a grandes terratenientes dando como herencia los terrenos que legalmente le pertenece a los pobres forzando a estos últimos en un ciclo ‘kármico’ a deambular por la tierra como hijos de nadie. Se promete mucho con las leyes de restitución de tierras, pero no se hace mucho para garantizar el seguro regreso de los campesinos a sus lugares de origen y a sus propiedades, puesto que los mismos terratenientes promueven el desplazamiento con el fin de aumentar sus heredades.

Ante toda esta situación surgen a manera de círculo vicioso nuevas formas de violencia que aumentan considerablemente toda esta problemática nacional, y ante la cual nosotros, cuales seres pasivos esperamos que un sistema corrupto comience a dar soluciones de una manera inmediata sin tener en cuenta el verdadero problema social que viene como consecuencia de los grandes escaños sociales que nos dirigen y oprimen sin que opongamos la mayor resistencia. 

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Políticas de Zoológico


El Estado es un zoológico, de eso no tenemos la menor duda. Se habla del Capitolio Nacional como un centro lleno de micos, elefantes blancos, sapos, lagartos, algunas hienas hambrientas de poder, uno que otro que otro 'pincher', etc.; dirigidos por un camaleón político que ya no se sabe cual es su color original. 

En medio de esta plaga de parásitos sociales llamados políticos, encontramos como las doctrinas del poder animal se repiten una vez tras otra: vemos en la política zoológica nacional que nuestra bella capital está gobernada por una babosa, quien lo único que puede hacer es dejar el rastro de baba cuando camina. Ha pretendido adjudicar proyectos inviables en la ciudad, armando líos por donde quiera que se arrastra, y según él, le resbala los comentarios de la oposición, quienes le tratan de hacer ver que en su naturaleza es un inepto en invierno... y en verano (¡ojalá existieran más estaciones!).

Vemos también una ciudad pasiva, que a pesar de las innumerables ratas que la inundan, espera que una babosa haga algo más que mostrar sus antenas llenas de moco y que frente a una pantalla, dando soluciones utópicas y al mismo tiempo, busca que el camaleón mayor pretenda limpiar la casa de las alimañas que destruyen.

Hablando un poco sobre el camaleón mayor, vemos como aún intenta proteger al cerdo que acaba de reemplazar en palacio y como protege a sus amigos enviándolos a otro país, haciendo de Colombia el principal exportador de animales exóticos. El día de hoy, envió a un pincher a ser embajador de Italia con el fin de poder relevar la iguana que tenía por diputado en dicho país y a quién le han solicitado jaula, debido a que una víbora soltó su veneno y formó el zaperoco en este muladar, manifestando una extraña mutación, dejó de ser culebra para ser Sapo.

¿Cuál es la política de este zoológico?  ¿No es precisamente que nosotros los ratones elegimos siempre a los gatos con el fin que nos den beneficios cuando ellos solo buscan su bien particular? ¿Tenemos que elegir otro gato? ¿Otro Cerdo? ¿Un orangután como nuestro país vecino? ¿Un perro como el que eligieron los vecinos del  sur? ¿Algún iguazo (ya tenemos uno como vice)? Es hora que comencemos a salir del Inodoro público el cual dejaron sucio los animales de este gran Zoológico llamado Colombia

miércoles, 1 de septiembre de 2010

El estado es un caballero... Nos prefiere BRUTOS


En el país del sagrado corazón donde el rebusque es la salida primordial del colombiano, vemos una gran cantidad de enfermos intelectuales, quienes dentro de su visión, el aspecto académico hace parte de un oscuro pasado.

Ya es muy normal y cotidiano ver en televisión como se exalta al traqueto colombiano, a la mujer de la vida fácil, a la prepago y a los sicarios como fuente alternativa de trabajo viable en un país sin conciencia moral, o mejor, con una doble moral, dentro de todos los escaños de la sociedad. Ricos y pobres se deleitan con la degradación social de la cual son partícipes y coautores, y al mismo tiempo, exigen al estado que los saque de la inmundicia de la cual disfrutan, y donde constantemente se revuelcan sus miserables conciencias. 

Como educador, he visto como la degradación social se posiciona de una manera vertiginosa y es resaltada tanto por lo medios de comunicación como por el gobierno de turno; donde se promueve con unos cuantos bonos a manera de contentillo para saciar el hambre de los miserables, y promueve la desinformación social y el analfabetismo dentro de cientos de miles de niños que, según el dicho popular 'son el futuro de nuestro país'.

-'Las perlas que vemos los educadores con las leyes y normas para la educación son una ofensa al buen desarrollo del intelecto y al mismo tiempo es una excusa para formar mano de obra barata'-, dicen muchos educadores, que frustrados por no poder ejercer su profesión con la madurez y el talante exigido por nuestro código moral, debemos someternos a humillantes cargos y reglas insulsas que frustran todo proceso que querramos ejecutar con nuestros estudiantes y al mismo tiempo fomentan la mediocridad que tanto caracteriza al pueblo colombiano a la hora de hacer las cosas. 

Lo más aberrante es que el estado ni promete, y tampoco hace nada acerca de la educación; y después de la ley 115 del 94, han surgido decretos que son tan anormales como la mente de sus autores, los cuales han hecho que la educación en Colombia sea una farsa y que el promedio de ignorancia llegara hasta las nubes en los últimos años. Al mismo tiempo, vemos como el mismo estado busca vender las universidades públicas al mejor postor y hace ver a los universitarios de las mismas como enemigos del estado, guerrilleros y terroristas, con el fin de justificar sus miserables ambiciones, degradando a cientos de personas que como todos quieren salir adelante, y cuya diferencia es que están buscando el medio para hacerlo.  En pocas palabras, el Estado nos prefiere brutos, así asegura su poder y puedes obtener más ganancias sus abnegados diputados. 

Viendo este panorama, donde el Estado prefiere la ignorancia, las organizaciones criminales (ellos tienen la propia: el DAS), la inmoralidad. Lo increíble de todo es que miles de colombianos lo desean y lo anhelan con su primitivo comportamiento, y su 'impotaculismo'. Todo esto hace que surjan mil  preguntas, y ante las cuales todos sacan una excusa para evadir el tema y prefiriendo hacerse los locos antes de afrontar la realidad.